¿Te ocurre que tu pareja y tú siempre tenéis las mismas discusiones? ¿Sientes que necesitas repetir lo mismo una y otra vez con tu pareja como si no te entendiera o no te hiciera caso? ¿Quizás discutes por lo mismo una y otra vez? Todo ello tiene que ver con la comunicación en pareja.

En ocasiones, tenemos la sensación de que los conflictos y las discusiones se repiten constantemente en nuestra pareja. Siempre discutimos por lo mismo una y otra vez, una y otra vez… ¿Por qué repetimos las mismas discusiones y situaciones? En general, va a tener que ver (entre otras cosas) con la comunicación en pareja.

¿Va a ser esto así contantemente?

La respuesta es que no tendría por qué ser siempre así, y te contaré porqué…

La importancia de la comunicación en la pareja

Un enfado, una discusión no es más que la señal de que algo no está en equilibrio en mi interior, existe alguna necesidad que no está siendo cubierta. Aparentemente estamos enfadadas/os porque la otra persona se ha olvidado de comprar tomates/ recoger un encargo en la tienda/ hacer la comida… Pero si miramos más al fondo, lo que realmente sentimos es la sensación de no ser tenida/o en cuenta, la de no ser valorada/o… Y eso habla de las necesidades que todos los seres humanos tenemos cuando entramos en relación.

Falta de comunicación en pareja

Normalmente cuando discutimos no somos del todo honestas/os. No quiero decir que mintamos, simplemente ni siquiera nosotras/os estamos pudiendo reconocer qué es lo que verdaderamente nos pasa con aquello que aparentemente acaba de ocurrir. No nos paramos a escuchar qué es lo que nos ha dolido realmente y qué necesitamos, para poder pedirlo de forma sincera y conectada, sino que reprochamos lo más superficial (los tomates, el encargo, la comida…). Además, la forma que tenemos de hacerlo es señalar lo que creemos que el otro ha hecho mal y reprocharlo, juzgarlo o criticarlo. En esa tesitura, es muy fácil que el otro se ponga a la defensiva, no escuche realmente mi mensaje y solo oiga el reproche.

Cuando hacemos un reproche (como: “Siempre estas igual, siempre trabajando. ¡No me ayudas nada con los niños! ¡Tienes un morro que te lo pisas!”) nos colocamos como Perseguidores (término que en psicología hace referencia a la persona que critica, juzga, castiga, reprocha, desprecia…), ante lo cual el otro se sentirá terriblemente atacado, ante lo que cada persona reaccionará de diferentes maneras, pero…

¿Crees que se ha escuchado tu mensaje? ¿O lo que el otro ha escuchado es una crítica? ¿Crees que el otro ha visto que eso que está ocurriendo a ti te hace sentir mal?

Esta forma de comunicarse solo hace que nos quedemos enquistados en la misma problemática una y otra vez, sin poder resolver nada, ya que no estamos viendo lo que el otro realmente necesita, lo que le duele. Cuando entramos en contacto con la parte sufriente del otro, es cuando le podemos ver en realidad (y no a su pose enfadada y regañona).

Cómo mejorar la comunicación en pareja

Cuando nos comunicamos desde el adulto, expresamos de forma calmada nuestras necesidades, de forma que es mucho más sencillo vernos, conectar y entendernos.

¿Y qué es eso de comunicarnos desde el adulto?

Como hablábamos antes, una comunicación eficaz implica:

• Encontrar el verdadero motivo de tu malestar. Se ha mencionado anteriormente que, en muchas ocasiones, expresamos lo superficial de la situación que me molesta y no el verdadero motivo (me siento solo/a, abandonado/a, ninguneado/a, poco respetado/a…). Averigua porqué te molestan aquellas cosas que reprocha a tu pareja.
• Hablar desde el cómo me siento yo y expresar de una manera asertiva y sin ataques. En vez de acusar: “Es que tú…”, te propongo que hables de como tú te sientes con eso que hace tu pareja: “Me siento insegura cuando hablas de tu relación con María” (en vez de: “Tú siempre hablas de María para fastidiarme”).
• Colocarme en una posición de no juicio al otro y de no superioridad. Quizás es lo más importante a la hora de comunicarme y es que, si parto de una creencia de que yo tengo la razón y tú estás equivocado/a, es probable que se reacciones muy a la defensiva ante mis palabras. Cada uno de los dos tiene una visión del mundo y de lo que ocurre completamente diferente. Ambas y ninguna son verdad al mismo tiempo.
• No quieras ganar, céntrate en que se te comprenda. A veces lo que queremos es que el otro haga o sea lo que nosotros queremos. Ser entendido no implica siempre que el otro esté de acuerdo. A veces es una victoria que entienda mi malestar y llegar a un acuerdo para que este se reduzca.

Por ejemplo, en vez de: “¡Siempre estás igual! ¡Te he dicho mil veces que recojas tus zapatillas cuando llegues a casa!” podemos decir: “Me incomoda mucho es desorden, te pido, por favor, que respetes esto y lleguemos a un acuerdo respecto a tus zapatillas”.

O por ejemplo, en vez de: “¡Deja de decirle eso a los niños!”, podemos decir: “Me hace sentir muy incómoda cuando hablas así a los niños, ¿podemos hablar de ello?”.